jueves, 17 de abril de 2008

Liberalismo vs Proteccionismo en el tiempo libre

POR:

MIGUEL GONZÁLEZ



Gracias a las horas libres que me ha dejado el hecho que la máquina de mis amores avanza con pie firme en la liga, que la champions se reanudará en un par de semanas y que puedo disfrutar las historias de Homero libremente, he decidido abrir los archivos en internet, dejar momentáneamente el periódico y publicar algo que me ha interesado por hace ya un par de años, el libre comercio y el proteccionismo como modelo económico.
Decir que son las grandes corporaciones las que están detrás de las leyes proteccionistas no es del todo errado, sin embargo, no actúa como decisor, sino más bien como influenciador, al presionar al gobierno de diferentes formas, ya que al fin y al cabo éste es el que tiene la última palabra. El gobierno necesita del proteccionismo para protegerse contra el dumping extranjero, y para proteger ciertos mercados, pero el abuso de este recurso tiene repercusiones desfavorables para todos, ya que al evitar la entrada de productos al país, se reduce la competitividad, lo cual encarece productos de menor calidad. Entonces adquiere el efecto de la bola de nieve, es decir, evitando la entrada de ciertos productos al país, se crea una inconformidad por parte de los productores afectados, estos a su vez, se manifiestan esta inconformidad (y con justa razón si existe un tratado de libre comercio) ante su gobierno o el organismo regulador (en este caso la OMC), lo cual puede llevar a acciones punibles por parte del país afectado, una especie de ley de Talión, y entonces no dejar cruzar la frontera otros productos “inocentes”, y así y así.
Detrás de estas leyes proteccionistas se encuentran grandes corporativos y gobierno en parejo, en donde si se abusa, muchos son los perjudicados y muy pocos los beneficiados. (Bizarro ¿no?)
Los sectores que deben ser protegidos son aquellos que se ven afectados por prácticas de comercio desleales, o por riesgo de contaminación por parte del producto extranjero, como fue el caso de la carne de res o de la caña de azúcar aquí en México.
El libre comercio y el proteccionismo comparten una simbiosis a la ying/yang imposible de separar, desde la invención el capitalismo y el libre comercio, ha surgido la necesidad de proteger ciertos sectores para el beneficio del país, lo cual existirá hasta la creación de un modelo económico más efectivo.
El libre comercio per se es una utopía si lo queremos ver desde ese ángulo, la realidad es que aunque las barreras comerciables se han reducido considerablemente, existe aún cierto recelo en la entrada de productos extranjeros, no olvidemos el caso del aguacate, del cemento, o del atún por parte de Estados Unidos; las barreras existen y los tabiques de alguna pared derribada sirven para construir otra (metafóricamente hablando), por lo que mejor sería hablar de un neoliberalismo. Por otra parte, tampoco somos una perita en dulce, ya que si en algún momento nos pudimos quejar por la política estadounidense en relación a ciertos productos de origen mexicano, éstos, a su vez, tienen el derecho de “juzgarnos” por el mismo crimen, la alta fructosa, el puerco, la manzana, la res y el maíz, son algunos de nuestros pecados.
Hipocresía o no, el libre comercio 100% no existe, y las políticas proteccionistas deben de ser controladas.
Las barreras proteccionistas tienen una razón de ser. Los lineamientos para una contienda justa indican que los competidores deben estar en condiciones similares, lo cual es absurdo desde la situación actual. PRIMERMUNDISTA vs TERCERMUNDISTA, la pelea de…. A diario, y es que las condiciones son desfavorables en cuestión de tecnología, infraestructura, economía, inversión.
Un buen momento para recurrir al proteccionismo es cuando un país incurre en el dumping como práctica desleal, de comercio, en este caso, la abrumadora ventaja que tienen los productos extranjeros llevaría a la ruptura de muchas empresas y mercados nacionales, que deberían tener ventajas por el simple hecho de ser nacionales.
Otro caso es cuando el producto no cumple con las normas de calidad establecidas, sobretodo en productos de ingesta, tal es el caso de las vacas locas en México, que ante la posible entrada de la enfermedad, se decidió optar por cerrarle las puertas a ese mercado extranjero.
Aumenta la competitividad en el mercado, haciendo que las compañías ofrezcan mejores y más baratos productos a la sociedad.
Desde la implantación del TLCAN, las exportaciones por parte del sector agropecuario se han duplicado, y por parte del sector industrial (que es el que más empleos genera) se han triplicado
En sí el libre comercio es una necesidad para el desarrollo de un país.
El proteccionismo desmesurado, puede llevar a muchas inconformidades por parte de los afectados, lo cual desemboca en multas por parte de la OMC y de políticas para contrarrestar el efecto, esto perjudicará a productores terceros creando un círculo vicioso.
Por otra parte, abusar de estas medidas, crea un mercado de oligopolios nacionales, encarece las mercancías, y disminuye sus atributos.
Al estar al margen de la competencia, puede quedar rezagada en tecnología e innovación.
Dependiendo de la inclinación política del medio en que se encuentre, se puede glorificar, justificar, dudar, renegar o satanizar el libre comercio, desafortunadamente nuestra sociedad carece de una actitud inquisitiva, y los medios masivos actúan como moldeadores de una conciencia colectiva y medio informada.
El juicio de la sociedad, (en su mayoría) está sujeto a cambios de programación. Con todo respeto.
La investigación, y el desarrollo de la tecnología contribuyen principalmente al libre comercio, ya que bajo los cánones de éste modelo, aumenta la competencia, obliga a las empresas a trabajar mejorar su calidad, reducir precios etc.
Es en el caso de un descubrimiento extraordinario que pueda reducir los costos de manera significativa por parte de las empresas desarrolladas, que estas puedan incurrir en un dumping, y en este caso sería un acicate para el desarrollo de mediadas antidumping (proteccionismo)
Aquellas que han aprovechado este modelo, se han beneficiado de las grandes oportunidades que brinda, sin embargo estas son las menos, en la realidad, la mayoría de las empresas suscritas bajos estos regímenes, permanecen en un letargo por la falta de capacidad o de decisión para enfrentar la competencia extranjera.
Pobre del taquero de la esquina que pronto entrará al mercado “tacos auténticos mexicanos” claro está, MADE IN CHINA
Decir con certeza que una región es más proteccionista que la otra sería aventurarme en la adivinanza, por tanto yo considero, ya que el proteccionismo es una realidad mundial, y las condiciones de la competencia son injustas, los países industrializados son los que tienen más armas para proteger sus mercados, aún cuando son los subdesarrollados los que las podrían necesitar más.
El libre comercio es una necesidad para el desarrollo de un país, personalmente me inclino a él, creo que en cuestión tecnológica, económica y social, el libre comercio beneficia muchas de nuestras actividades diarias; nos permite adquirir productos de mejor calidad, nos abre las puertas a exportar productos de mejor calidad.
En teoría es bastante favorable para las condiciones en un mercado justo.
El proteccionismo no me satisface como modelo económico, sin embargo como regulador en la competencia desleal me parece indispensable.
Como he mencionado anteriormente, la Atlántida que es el libre comercio, no existe, por tanto deben existir medios para proteger nuestra economía, y llevados de forma adecuada, son muy adecuados para el beneficio social del estado.
En mi opinión, México debe seguir los caminos del libre comercio, pero para ello debe prestar especial atención en la competitividad, le corresponde a las nuevas generaciones de emprendedores, hacer del libre comercio una opción redituable y de México un país competitivo.
Aquí entra en juego el papel de los enamorados del progreso responsable, ya que en las manos de esta generación (que es la que está a mi alcance), se ve el espíritu emprendedor, se puede ver una ideología en contra de las tendencias actuales derrotistas y fatalistas.
En la capacidad de encontrar oportunidades en mercados desahuciados y la atracción hacia los retos radica la futura esperanza del comercio mexicano a gran escala.
En fin, las necesidades actuales requieren una adaptación constante de modelos económicos, y pongo mi ficha en la generación emprendedora mexicana que estoy conociendo con muchas gratas sorpresas.
Un especial agradecimiento a los que hacen posible mi fe en la generación actual, a Adrianita mi hermanita adorada, Alhely, Adriana, el Dona, el Awelo, el Compaye y a aquellos que ven esperanzados del futuro una realidad más alentadora para todos y cada uno de nosotros

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