
Por MIGUEL GONZÁLEZ:
Las partes entran en conflicto cuando existe un desacuerdo. Esperar una solución armónica no solo es viable pero necesario, el progreso existe y la capacidad de adaptación humana es innata.
Los problemas aparecen cuando en vez de regirse bajo los principios de solidaridad y trabajo en equipo que tan necesarios son, nos sumimos en prisiones de egolatría (o incluso apatía en el peor de los casos) que fuerzan un matrimonio con ideas que no necesariamente nos van a llevar a la solución esperada. El camino que seguimos diariamente se ilumina con cada paso que damos (pero no es acaso lo divertido de vivir)
¿Y a que viene todo esto?
El dilema del árbol artificial surge de las constantes discusiones irresolutas en donde los pros y los contras de la globalización, la implementación de la tecnología, el capitalismo y el socialismo juegan un papel primordial
Desde mi punto de vista, la traba en la resolución del conflicto surge en la satanización o glorificación de la palabra, (bien dice el dicho que todos los extremos son malos). El término por si mismo despierta emociones diversas en la gente, y la capacidad de los medios masivos de comunicación es la que funciona como moldeadora del juicio colectivo, evitando la crítica, y dejarse llevar es siempre más cómodo.
Yo comparto la opinión de los románticos de la mercadotecnia (o del capitalismo); jamás pensando en ser un tibio, me pronuncio en pro de dicho tema siempre y cuando se lleve de manera ética y responsable. Seamos honestos, hablar de una globalización responsable, nos podemos plantear un escenario viable en esencia y en la práctica, mientras que, más el socialista que el capitalista, resultan ideologías hasta cierto punto utópicas.
Tantas cosas hemos discutido durante mucho tiempo, y realmente los puntos de vista son coherentes pero a la vez debatibles.
Está la postura capitalista en donde se defiende la propiedad privada de los medios de producción, argumentando entre otras cosas, que los humanos, al nacer con capacidades intelectuales similares (nótese que hablamos de aquellos sin discapacidad), nosotros forjamos nuestro propio destino, nuestros errores y aciertos provienen de lo que hemos decidido construir, muy de acuerdo con la psicología estadounidense descrita en el libro psicología del mexicano de Díaz-Guerrero, es por eso que en un ambiente ideal de mercado libre, el hombre (sin distinción de géneros, no seamos ridículos) con la mayor capacidad, que esta misma proviene de su preparación es el que va “justamente” a salir avante. Desde esa perspectiva es algo duro y egoísta, pero razonable, la cultura del yoyo en su esplendor. Todo esto devolviendo a la comunidad proveyendo empleos y pagando un salario justo, los capitalistas son humanos después de todo.
Es un pensamiento agradable, yo triunfo y en el camino, terceros se beneficiarán de MI éxito. Pero sería no solo ingenuo, sino francamente estúpido creer tal cosa, no todos nacemos con las mismas oportunidades para explotar nuestras capacidades intelectuales similares; la sociedad, la cultura, el ingreso económico, la situación familiar, la situación sentimental, todo, influye en el proceso que llamamos vida, (bien dice Steven Tyler “life’s a journey, not a destination”). Por tanto el “mercado libre” queda a disposición de unos cuantos que realmente tuvieron las oportunidades de triunfar, porque hasta las historias realmente cautivantes de personas que contra viento y marea lograron el éxito, están sustentadas en al menos una oportunidad que aprovecharon; tristemente no a todos se les presenta tal oportunidad
Del otro lado de la moneda el socialismo pretende la propiedad comunal de los medios de producción, en donde el bienestar colectivo subyuga el individual; sustentado en la crítica anterior, no todos tenemos las mismas oportunidades, y por tanto es nuestro deber, ya no solo moral pero incluso legal, compartir parte de nuestra riqueza con los demás, (lo cual apoyo). Pero entonces donde acaban los años que pase preparándome para tener un futuro mejor para mí y mis seres queridos, porque me han de quitar (porque si no quisiera donarlo me vería “obligado” a ello) algo que me costó tanto trabajo obtener.
Y así pudiera pasarme horas escribiendo, dejando de dormir, etc.
Yo me inclino por el punto medio, aceptando las situaciones competitivas actuales en donde sé que fui ampliamente favorecido por nacer en el lugar con la familia con que nací, que tengo oportunidades que otros no tienen, que no tengo oportunidades otros tienen, y sin embargo lo mejor que puedo hacer es explotar todo lo que tengo para dar para lograr satisfacer mis necesidades personales de realización, paralelamente con las necesidades de los que se encuentren en mi sendero.
En fin, esto es en parte por lo que decidí titular mi columna “EL DILEMA DEL ÁRBOL ARTIFICIAL”, en otra ocasión escribiré acerca de la tecnología y el resto de este caldeado debate en donde espero que formen parte.
Les agradezco su tiempo y sus comentarios.
Los problemas aparecen cuando en vez de regirse bajo los principios de solidaridad y trabajo en equipo que tan necesarios son, nos sumimos en prisiones de egolatría (o incluso apatía en el peor de los casos) que fuerzan un matrimonio con ideas que no necesariamente nos van a llevar a la solución esperada. El camino que seguimos diariamente se ilumina con cada paso que damos (pero no es acaso lo divertido de vivir)
¿Y a que viene todo esto?
El dilema del árbol artificial surge de las constantes discusiones irresolutas en donde los pros y los contras de la globalización, la implementación de la tecnología, el capitalismo y el socialismo juegan un papel primordial
Desde mi punto de vista, la traba en la resolución del conflicto surge en la satanización o glorificación de la palabra, (bien dice el dicho que todos los extremos son malos). El término por si mismo despierta emociones diversas en la gente, y la capacidad de los medios masivos de comunicación es la que funciona como moldeadora del juicio colectivo, evitando la crítica, y dejarse llevar es siempre más cómodo.
Yo comparto la opinión de los románticos de la mercadotecnia (o del capitalismo); jamás pensando en ser un tibio, me pronuncio en pro de dicho tema siempre y cuando se lleve de manera ética y responsable. Seamos honestos, hablar de una globalización responsable, nos podemos plantear un escenario viable en esencia y en la práctica, mientras que, más el socialista que el capitalista, resultan ideologías hasta cierto punto utópicas.
Tantas cosas hemos discutido durante mucho tiempo, y realmente los puntos de vista son coherentes pero a la vez debatibles.
Está la postura capitalista en donde se defiende la propiedad privada de los medios de producción, argumentando entre otras cosas, que los humanos, al nacer con capacidades intelectuales similares (nótese que hablamos de aquellos sin discapacidad), nosotros forjamos nuestro propio destino, nuestros errores y aciertos provienen de lo que hemos decidido construir, muy de acuerdo con la psicología estadounidense descrita en el libro psicología del mexicano de Díaz-Guerrero, es por eso que en un ambiente ideal de mercado libre, el hombre (sin distinción de géneros, no seamos ridículos) con la mayor capacidad, que esta misma proviene de su preparación es el que va “justamente” a salir avante. Desde esa perspectiva es algo duro y egoísta, pero razonable, la cultura del yoyo en su esplendor. Todo esto devolviendo a la comunidad proveyendo empleos y pagando un salario justo, los capitalistas son humanos después de todo.
Es un pensamiento agradable, yo triunfo y en el camino, terceros se beneficiarán de MI éxito. Pero sería no solo ingenuo, sino francamente estúpido creer tal cosa, no todos nacemos con las mismas oportunidades para explotar nuestras capacidades intelectuales similares; la sociedad, la cultura, el ingreso económico, la situación familiar, la situación sentimental, todo, influye en el proceso que llamamos vida, (bien dice Steven Tyler “life’s a journey, not a destination”). Por tanto el “mercado libre” queda a disposición de unos cuantos que realmente tuvieron las oportunidades de triunfar, porque hasta las historias realmente cautivantes de personas que contra viento y marea lograron el éxito, están sustentadas en al menos una oportunidad que aprovecharon; tristemente no a todos se les presenta tal oportunidad
Del otro lado de la moneda el socialismo pretende la propiedad comunal de los medios de producción, en donde el bienestar colectivo subyuga el individual; sustentado en la crítica anterior, no todos tenemos las mismas oportunidades, y por tanto es nuestro deber, ya no solo moral pero incluso legal, compartir parte de nuestra riqueza con los demás, (lo cual apoyo). Pero entonces donde acaban los años que pase preparándome para tener un futuro mejor para mí y mis seres queridos, porque me han de quitar (porque si no quisiera donarlo me vería “obligado” a ello) algo que me costó tanto trabajo obtener.
Y así pudiera pasarme horas escribiendo, dejando de dormir, etc.
Yo me inclino por el punto medio, aceptando las situaciones competitivas actuales en donde sé que fui ampliamente favorecido por nacer en el lugar con la familia con que nací, que tengo oportunidades que otros no tienen, que no tengo oportunidades otros tienen, y sin embargo lo mejor que puedo hacer es explotar todo lo que tengo para dar para lograr satisfacer mis necesidades personales de realización, paralelamente con las necesidades de los que se encuentren en mi sendero.
En fin, esto es en parte por lo que decidí titular mi columna “EL DILEMA DEL ÁRBOL ARTIFICIAL”, en otra ocasión escribiré acerca de la tecnología y el resto de este caldeado debate en donde espero que formen parte.
Les agradezco su tiempo y sus comentarios.